viernes, diciembre 25, 2009

Someone stole my Christmas

Tal vez en una curva del camino,
de la vida,
someone stole my Christmas.

Probablemente la dejé tirada en un rinconcito
y el polvo la cubrió de recuerdos grises.
Es altamente posible
que mi Navidad se haya escondido entre mis sueños,
y entre mis más preciadas ilusiones,
no de bonitos empaques o colores,
ni de regalos costosos
(que realmente no importan)
si no de felicidad, de contento y goce,
segundos muy simples, que incluyen luces,
bolas de colores brillantes,
aves hechas de cristal hace 50 años atrás
pendiendo de la rama de una tradición pagana.
(Esas aves eran objetos preciosos,
colgados con ceremonia)

Someone stole my Christmas,
and now I can't enjoy it anymore.
Faltan muchas personas,
se ausentan las caricias,
una voz me repite cosas tristes,
mientras mi gente duerme bajo una losa
(Ellos hacían mi bella Navidad
en todo sentido, en serio.)

Y lamentablemente,
siento que toda dulzura cae,
presa de una fuerza superior a la gravedad,
dentro de un saco roto,
de bonito rojo aterciopelado.

Someone stole my Christmas.
Y no parece darse cuenta siquiera.


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Lo siento, chicas y chicos. Me he sentido triste durante estos días, la Navidad no significa lo mismo para mí, al menos no como antes. Y no puedo ver el todo con claridad. Un gran abrazo.

martes, diciembre 15, 2009

Un sueño agradable

Estaba en una ciudad pequeña, porteña. Era todo tan azul, que recordaba a ciertas ciudades del sur de Chile, o tal vez más como del Mediterráneo, donde todo está lleno de contrastes cromáticos, bañadas las rocas por un sol fuerte y directo. Había embarcaciones atadas a un muelle sencillo, de madera oscura. Las casas eran pocas, y todas pintadas de blanco o celeste. El verde sólo pertenecía a las plantas y árboles, abundantes y hermosas.

Eso sí, lo mejor del sueño, era su mar intenso, transparente y tibio. Tropical, puede ser. Y era tan sencillo nadar ahí, sin prisa, como saboreando cada momento. Uno podía ver los maderos bajo el agua, las burbujas luminosas, el sol filtrándose desde arriba. Hace mucho que no estoy en contacto con el agua de mar, ni menos con la inmensidad de su azul.

Sin embargo, el sueño tenía un acento de prisa, de deber, como cuando uno va con poco tiempo a un lugar hermoso. Así y todo era precioso. Estaba ahí mi madre, al parecer. Yo sólo recuerdo cómo se veía mi piel bajo el agua, mientras buceaba. Era una niña de nuevo.

lunes, noviembre 30, 2009

Porrazos varios

Lo admito: en muchos sentidos, son una idealista de lo más terca. No me refiero a ese tipo de terquedad conversacional, donde "yo siempre tengo la razón", para nada. Hablo de ese tipo de personas que confía y cree que su entorno no ha cambiado tanto, y que las personas que uno aprecia tampoco, que en el fondo (muy en el fondo) siguen siendo las mismas criaturas que conocí hace unos 10 ó 15 años atrás, qué sé yo.

Sigo siendo una idealista, lo creo y lo observo con un poco de amargura. Tal vez, uno de éstos días deje de ser tan ingenua (porque a veces es ingenuidad, y no idealismo), con tantas sorpresas que se lleva una por la vida. Hace poco, de hecho, me topé con un cambio radical en una de las personas más cercanas que puedo mencionar en mis aventuras. Sin embargo, fue tan radical el cambio, que dio como resultado un salto a miles de kilómetros, y de "cercana" pasó a ser "lejana". Es como si de pronto hubieran cambiado a dicha persona por otra, a la que desconocí. Y eso, sin dejar pasar mucho tiempo entre una reunión y otra.

No quiere decir que yo no cambie. Eso es absurdo. He pasado de ser una persona sedentaria a correr por lo menos dos veces a la semana, y siempre hacer algo de deporte entre medio; de ser carnívora a ser vegetariana; de ser ingenua y pasiva a formarme una opinión formada e informada de lo que ocurre actualmente, y de lo que es la memoria colectiva; a ser responsable de lo que digo en muchos aspectos, y además, a definirme en ciertos sectores, defendiendo lo que creo sin temor a parecer una fanática, y sin cambiar por darle en el gusto a otros. Me he vuelto más compleja, y del mismo modo, humilde y consciente. O al menos eso espero.

Pero es lamentable cuando uno ve cambios más bien negativos en estas personas claves en la vida de cada cual. Hay personas que pueden te pueden influir fuertemente, y cuando esa persona definitivamente ya no es la misma, algo hace click dentro. Algo te dice "Wow, ya no es la misma persona que conociste...¿en qué has cambiado tú? ¿qué vas a hacer?". Yo podría culpar al sistema (laboral, económico, el que sea) de estos cambios, a cosas relacionadas con el trabajo, con el curso natural de los eventos de una vida humana. Y también podría darme cuenta de una vez por todas que si este sujeto cambió tan radicalmente, fue porque así lo quería. Es lógico. Es obvio. Era su objetivo.

Así es: me topé con otra persona, que hasta me intimidó. Fue una actitud particular, aislada, que me dio a entender que simplemente hay una distancia enorme entre ambos, que mi idealismo con esta persona en particular ya no va más, y que las cosas van a ser distintas de ahora en adelante. Lamentablemente.

Como dije, de pronto, el idealismo me va a abandonar, y no habrá más que una suerte de lucidez de sabor ingrato en la boca. Y es probable que yo misma le cause esa misma sensación a alguien más, lamentablemente. Sólo espero poder darme cuenta a tiempo.

viernes, octubre 30, 2009

Un rincón propio

En ese lugar perfecto no caben las miradas ajenas
ahí, calladas y sonrientes las dos,
no entra el odio ni la ira,
porque simplemente se ven repelidos
como si fuera un escudo protector.
Lo que digan otros, lo que piensen otros,
todo eso no existe.

De noche, llegas a mis brazos,
y te oculto con calma,
para sentir el aroma de tu pelo,
y esa respiración deliciosa.
Mis brazos se hacen pequeños
tratando de asirte con una necesidad imperiosa
de hacerte totalmente mía.
La fuerza y el fuego no faltan,
nunca faltan.

Entonces el rincón que siempre te ofrezco
y que siempre me ofreces
se convierte en un templo de tibieza
de luz y de dulzura,
como la miel misma de dulce,
y suave como el toque más profundo.
Todo se vuelve simple
todo, simplemente, es bello.

lunes, octubre 26, 2009

Breve relato: El día en que brotaron flores del pavimento, parte 4 y final

Era como si la calzada se hubiera transformado en un gran pastel, partido por la mitad: el cemento, y la tierra bajo el cemento, estaban destruidos de forma irregular, la calle simplemente no existía más, y menos la estructura normal de la ciudad. La grieta se extendía cruzando grandes moles de edificios, y algunas casas incluso caían dentro, la zanja abriéndose más a cada metro que avanzaba.

Aida miraba todo en forma estupefacta. Las personas comenzaron a salir de sus casas con un asombro auténtico, gritando, murmurando palabras extrañas. Aida creía que era soberanamente estúpido que nadie hubiera oído nada en todas esas semanas, porque desde el fondo de la tierra algo monstruoso parecía querer salir. Los miraba con sorpresa, mientras se arropaba un poco más, en la mañana fría.

La calle terminó de quebrarse con un sonido sordo, al que las personas respondían con un gesto de terror. Los niños se cobijaban en las faldas de sus padres, los ancianos sacaban a relucir su mejor repertorio religioso. Los jóvenes abrián la boca sin decir nada.

Para cuando la pareja de Aida llegó a su lado, presa del miedo, ya se había producido el fenómeno más hermoso de todos, y a la vez, el más espeluznante: unas flores de un color rosa pocas veces visto en la Tierra comenzaban a trepar por las paredes de asfalto destruído, salían como una enredadera en pleno período de reproducción, con pétalos y hojas gigantes, y a la vez, más pequeños. Eran toneladas de una masa rosa, insoportablemente destructiva. Subían por los pocos semáforos que se mantenían en pie, desde allí descolgaban sus zarcillos plenos de brotes nuevos, y las flores continuaban avanzando, en su paso de animal verde, de marcha vegetal alucinante.

Aida se tapó la boca con espanto, y su pareja la abrazó con fuerza. Los edificios y las casas, los autos, todo era inundado por la masa rosada de flores, que de a poco abrían sus corolas, se extendían, se desperezaban, se mostraban al sol naciente. Una a una, comenzaron a mostrar sus pistilos, sus estambres, cada parte de un color rosado distinto.

Y así, de pronto, un perfume delicioso inundó al aire fresco. Cada flor dejaba escapar una esencia invisible, un polvo raro, casi imperceptible. En suma, eran una gran fábrica de perfume, todas al cien por ciento.

Las personas empezaron a tambalearse, sumergidos en un sueño pesado, como una tumba. Cada cual cayó en un momento, los niños, los abuelos, los adultos, todos, dormidos en medio de una cama rosada de flores, la que ahora se extendía por casi toda la ciudad.

La pareja de Aida resbaló por un costado, tratando de resistir al sueño, sin éxito. Pero Aida no. Ella no caía. No pensaba dormir, ni tenía ganas. Las flores eran hermosas. El perfume era perfecto. Era una mañana bonita. Daban ganas de ir de paseo. ¿Por qué no sentía miedo, o tristeza, o desesperación?

Y contemplando el mar destructivo de bellas flores rosadas, Aída estalló en una risa nerviosa, una risa sin comparación, histérica, desquiciada, hasta que se quedó sin aliento.
Era el paisaje más hermoso que jamás había visto.
Ahora todos debían entenderla. sin duda. Ahora todos estaban dormidos.

martes, octubre 06, 2009

Breve relato: El día en que brotaron flores del pavimento, parte 3

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Pronto Aida comenzó a acostumbrarse. Era extraño pensarlo, y siquiera ponerse a contemplar una vida con un sonido que nadie podía compartir con ella, pero simplemente, era parte suya. Le inundaba el pecho, salía por las puntas de sus cabellos, parecía seguir el latido de su propio corazón, tanto, que cuando su pareja ponía su oído sobre ella, en la cama, y escuchaba ese dulce sonido familiar, por fin eran partícipes del evento extraño. Y cómplices. Aida, entonces, sonreía.

Cada día, durante una semana completa, se volvió más gris que el anterior. Y el sonido no cejó en absoluto. Antes era a momentos, minutos incluso, pero ahora era el día completo, tal vez por eso Aida simplemente se había hecho a la idea de tener que oírlo durante las veinticuatro horas.

Un día, eso sí, tras la semana gris de sonido permanente y de luna ausente, el sonido se volvió más agudo. Aida se despertó alterada, a las 6 de la mañana, con los ojos abiertos como ventanas rotas, sacudió a su pareja, que roncaba sonoramente.

- Déjame en paz...es demasiado temprano.
- ¿No escuchas nada? ¿Nada de nada?
- En serio, estás loca. Déjame dormir.

Aida no soportó la idea de quedarse en la cama con ese ruido infernal. Ya no era grave, era un sonido semejante al que hacen en las carnicerías al cortar huesos de animales, o miles de aullidos al unísono. Era terrorífico.

Con los pies descalzos y apenas cubierta por una polera gigante de color deslavado, Aida salió de su casa, luego del jardín, y pisó la calle áspera. El gato dormía el sueño de los que nada hacen.
El frío le recorrió el cuerpo, hizo que temblara hasta el cansancio.
Pero no importaba. El sonido era cada vez más fuerte, vibraba bajo sus pies.

Aida corrió dando tumbos hasta el borde de la vereda, no pasaban autos a esa hora. El sol era un brillo pálido en el horizonte. Los semáforos mantenían el ritmo, intermitentes, pasando de verde a amarillo, luego a rojo.

Entonces, sucedió lo inexplicable. Y la calle donde ella vivía nunca volvió a ser la misma.

"

martes, septiembre 01, 2009

Un epistolario como muchos

Una mujer de edad madura le escribe cartas a otra, en sus años de viajes por el mundo, de premios, de artículos en diarios y magazines, y también en medio de cierta solapada polémica. Una es Gabriela Mistral, la otra es su secretaria. Dicen que sus cartas son profundas, sinceras, llenas de un amor que puede tomarse de mil formas distintas, si uno tiene un criterio relativamente humano. (por acá a un review al respecto)

En el fondo, puede ser un epistolario como cualquier otro, pero en el escenario pseudo conservador actual, ese que se pasea ufano y orgulloso por las capillas y centro sociales de barrio alto, varias voces se levantan con espanto, diciendo que toda la obra de Gabriela Mistral podría irse al tacho por lo que ellos han interpretado como "una orientación sexual diferente". Algunos lo disimulan bien, negando suavemente la obra, o tergiversando su naturaleza transparente.

Resulta morboso, anacrónico y pusilánime, considerar que la obra de semejante creadora nacional pueda verse menoscabada por su orientación sexual. Si su amor, finalmente, fue su secretaria, la joven Doris Dana, bien por ella. Si una mujer que conoció la pobreza, la aridez de las tierras y de la naturaleza humana, finalmente mantiene un amor de esos de cuentos por medio de una serie de cartas, y por qué no, en la vida misma, es una bendición.

En estos tiempos es cuando lo que más importa en una persona es lo que logra hacer con sus talentos, lo que aporta al mundo, lo que deja sobre la faz de la tierra. Si Gabriela Mistral pudo dejar letras llenas de un sentimiento único, si pudo plasmar en sus libros lo que la hacía llorar y reír, y por eso pudo ganarse un Nobel, es suficiente para rendirle homenaje, para estudiarla, para leerla, y soñarla incluso.

Y nada de lo anterior tiene que ver con ser o no ser lesbiana, o gay, o bisexual. Tiene que ver con la calidad humana. Y tiene que ver con la esencia del espíritu que caracteriza a los iluminados de nuestro tiempo.

miércoles, mayo 06, 2009

Breve relato: El día en que brotaron flores del pavimento, parte 2

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La vida de Aida, dejando de lado ese ruido profundo que la dejaba temblando, era de lo más normal. Salía de la ducha lo más temprano posible para no atrasarse, tomaba un desayuno a base de café y pan tostado, su modo de vestir rayaba en el conservadurismo de la clase alta, sin serlo precisamente. Su pareja solía levantarse junto a ella, pero remoloneaba más de la cuenta en la cama, quedándose unos minutos más. Era una mala costumbre.

Sin embargo, para el momento en que debía salir de casa, Aida seguía nerviosa. Se preguntaba a qué hora volvería a escuchar ese sonido, que a veces se presentaba después del almuerzo, en donde ella estuviera, o si de pronto estaba en el baño, el sonido subía justo desde las bases de la oficina donde trabajaba, tan lejos de casa.

Y en el trabajo, no importaba cómo, le sudaban las manos, sentía el ruido hasta dentro de su pecho, y la respiración se volvía algo difícil de llevar a cabo, con el corazón agitado. Era todo un espectáculo.

'En serio,¿no escuchan nada de nada? Si es un ruido tan grave..'
'No, déjate de tonteras, mira que hay tanto trabajo...'

Esa fue la última vez que Aida le preguntó a un compañero acerca del sonido subterráneo que la invadía. Su frustración se convirtió en una especie de sospecha cada vez mayor, ya nadie le iba a creer nada, si seguía diciendo 'tonteras'.

Entonces, no sólo en su casa, si no en la oficina, en la calle, daba igual: el sonido era suyo, era como una cosa propia, era algo que Aida no podría controlar jamás, y que sólo ella podía describir. Era como ver el cielo teñido de rojo siempre.

Como una especie de secreto amargo.

"

lunes, abril 27, 2009

Breve relato: El día en que brotaron flores del pavimento, parte 1

"
Desde hacía poco, sólo unas semanas, Aida había comenzado a despertarse por unos ruidos poco comunes, subterráneos, como garras de animales feroces, gigantes, como un temblor crujiente y consistente bajo la superficie cotidiana.

En la mañana, Aida despertaba alterada, observando atentamente si dos pisos más abajo el suelo mostraba algún cambio. Y nada, no había nada, excepto un par de perros mordiéndose entre ellos, gente que caminaba hacia el trabajo, autos, buses. Y casas.

El ruido era poderoso. Cada mañana era lo mismo, pero Aida estaba convencida que era la única que lo sentía, su pareja dormía plácidamente, sin escuchar nada, lo que volvía loca a Aida. La ducha no le quitaba esa inquietud, ni la apaciguaba, sino que la dejaba más atenta.

Para ese momento, al salir de la ducha, ya no había ruido alguno. Era todo como siempre. Un perro ladraba a lo lejos, y un bocinazo eclipsaba el sonido perruno.

Por eso, Aida odiaba las mañanas: hacían que se sintiera sola e incomprendida. Era como saber que un desastre se aproximaba, y no poder compartirlo con nadie.
Era como estar en medio de la nada.

"

miércoles, marzo 11, 2009

Lugares y momentos para volverse invisible

En medio de la mirada de un gato asustado,
justo debajo del estómago de una hormiga,
entre dos rocas lunares de milimétrica importancia,
en el recodo fundamental del camino de un caracol,
en ese preciso segundo en que bostezas
y al mismo tiempo
brota una lágrima aburrida y solitaria.

Entre los pliegues de los vestidos de un santo
que acaba de ser olvidado por otro creyente,
en ese preciso momento,
en que el silencio se convierte en una realidad infinita,
justo antes de que ocurra un temblor de tierra,
en el espacio que queda entre dos bicicletas
apoyadas sobre una baranda,
cuando empieza a llover sobre el cemento.

Justo en el traspiés de un ministro
(señor de corbata brillante)
frente a otros ministros,
mientras un mozo pestañea y se percata
de que una flor acaba de caer en una mesa pequeña,
mientras dos automóviles compiten en la autopista,
sin percibir el roce de las mariposas en sus retrovisores.

Precisamente en el momento en que la voz
de la persona que amas se convierte en un murmullo sordo,
porque simplemente no puedes estar despierta,
y porque ya sientes que caes y caes,
entre la base sólida de un arcoiris y las alas de un picaflor.
Ahí te puedes volver invisible,
no antes, ni después.

jueves, febrero 12, 2009

Vegetariana, celíaca y casi intolerante a la lactosa ¿qué hago?

¿Cómo fue a pasar eso? Es decir, ¿cómo, siendo yo una carnívora de primera, pasé a ser una vegetariana consecuente? ¿Cómo alguien que se supone de salud "normal" llega a ser celíaca, sin preguntas ni sorteos? Y la tercera, ¿Cómo alguien que toma leche sin problemas como si tomara agua, de pronto puede ser intolerante a la lactosa?

La primera, por opción propia, he de decir. Me he considerado carnívora toda mi vida. Sin embargo, porque mi estómago estaba comportándose muy mal (especialmente cuando comía carne), dejé de comer fibras animales en general, de una manera incomprensible para los que me conocen. No, no es por un tema de vanidad: es por salud y por consecuencia. La carne ya viene con un montón de toxinas generadas por el propio animal, entonces, ¿por qué me voy a comer a otro animal igual de tóxico que yo? No tiene sentido, si además lo que aporta, las proteínas, las puedo tomar de la leche, de los huevos, y la soya, mucho menos tóxicos y complejos que la carne. El cambio no fue difícil, pero sí el tratar de dejar tranquilos a los demás con el tema de la carne, que no me voy a desaparacer por no comer bistecs. Por otro lado, y aunque a mi novia no le guste este fundamento, no puedo querer a los animales con todo mi corazón, si por otro lado me los estoy comiendo. No es consecuente. Me gusta verlos vivos, y no podría comerme a mi perro, por ejemplo. Las vacas no hacen mucha diferencia, ni los pollos, ni los cerdos. Si el resto se los come, bien por ellos, no voy a ir a pararme afuera de sus casas a gritar "¡asesinos!" mientras hacen un asado, porque es absurdo promover un cambio de mentalidad de esa forma. Así que, soya mediante, no pienso volver a comer carne.

Lo segundo, la enfermedad celíaca. No se lo desearía a nadie, ni al peor enemigo, porque es algo bien jodido. En lenguaje normal, es alergia al gluten, pero no con la sintomatología clásica de las alergias, si no que implica un daño profundo en el intestino delgado. El cuerpo reacciona negativamente al gluten, una proteína que contiene el trigo, el centeno, la cebada y la avena, y por ende, cada cosa hecha con esas cosas, desde el pan hasta algunos almidones modificados que se agregan a dulces y miles de otras cosas. Me pillaron justo en la última etapa, "III C de Marsh", lo que indica que tengo que tener una dieta estricta hasta el fin de mis días. Bye-bye cerveza, bye-bye fideos. Tengo que hacerme un montón de exámenes más, pero ya da lo mismo: no puedo comer de una parte importante de los alimentos que hay en el mercado chileno. Si no me cuido, la cosa puede terminar en cáncer y bueno, en ese lío nadie quiere meterse, ¿no?

Y lo tercero, lo más lamentable, pero a la vez casi tratable: por el autodaño hecho al intestino al comer gluten, puede que mi cuerpo no procese bien la lactosa por un tiempo, así que tampoco puedo comer yogurths o tomar leche, cosas básicas en mi dieta. Esperemos que esto se pase tras la mejora progresiva del intestino, claro, si sigo la OTRA DIETA en forma rigurosa.

Al parecer la cosa no se viene simple. Al menos en cuanto al tema celíaco, el costo de la comida sube en forma considerable, y es probable que baje un poco de peso, además de tener que ver la etiqueta de cada cosa que quiera comer. Elisa me ayuda harto con el tema, y mi vieja también, así que hay apoyo de sobra. En la oficina los chicos recién están entendiendo del tema.

Eso sí, lo que yo creo que nunca van a entender mis carnívoros compañeros es el tema de la carne. Bueno, así es la vida: difícil. Y la mía es particularmente verde.

domingo, febrero 01, 2009

Erotica

Vi una sombra,
cerré los ojos,
sentí su textura rozándome,
pude imaginarme la eterna dulzura,
en un parpadear como de colibrí.
Toqué y toqué hasta llegar
donde creí que no iba a volver
una y otra y otra vez.
Todo era una sola cosa:
su pelo, sus ojos, su aroma,
su calor, lo blando de sus pechos,
la curva más precisa,
justo debajo de mi conciencia.
Me hice una con lo que soñaba
y los sonidos se deformaron
hasta convertirse en una masa,
en una nube,
en una sábana arrugada,
en un color indefinido.
Toqué y rasgué y toqué de nuevo
hasta cuando ya no pude hacer más
que respirar profundo
como queriendo atrapar la vida misma
en los pulmones y en la sangre.
Fuimos una, una sola,
porque respirábamos fuego,
porque era la humedad
un estado de complicidad absoluta.
Y sin miedo ni de la muerte,
nos reímos luego,
observando el desorden,
y mirando la hora,
después de ver el placer desatado,
de la forma más hermosa.

viernes, enero 30, 2009

Acerca del (grisáceo) paisaje de la economía

No suelo referirme a este tipo de temas, pero ayer pasaron dos cosas en el ámbito económico, una de nivel nacional y otra de nivel más familiar, que me hicieron sentir eso que llaman "un leve escalofrío, como la muerte - laboral, digamos - pasando cerca".

Primero: Cencosud, el monstruo económico que posee jugosas y poderosas empresas como Paris, Easy y Jumbo (por sólo mencionar algunas...) decidió frenar la construcción del poco discreto y apoteósico proyecto Costanera Center, ubicado por ahí mismo. En su minuto, los directores del proyecto, los arquitectos y todo aquel que se preciara de importante en la obra declaró, con el pecho inflado de orgullo, que iba a ser la torre más alta de Sudamérica, que iba a ser una fuente de trabajo para miles de personas, y que sin duda, iba a ser un "centro de importancia neurálgica para los negocios en Santiago y en Chile".

Hasta ahí llegamos, papá Cencosud finalmente tiró para la cola, como dicen por ahí, porque el panorama económico está para sentir pánico (bueno, quienes tienden a tener pánico, lo sufren. Hay otros, como el ministro de Hacienda, el señor Velasco, que entre corrida y corrida matutina, propone el modelo económico shileno como un modelo a seguir para países europeos. Vaya, ¿no?). El señor-que-habla-por-Cencosud dijo que había que priorizar en las inversiones que podían proveer retorno inmediato (fuente: Emol), y Costanera Center era todo, menos eso. Bueno, pa' fuera el edificio. Ahí se deja, como una gran señal de atención.

Segundo: ayer nos citó nuestra jefa jefaza, la product manager de La Nación, para que escucháramos algo que debía decirnos. Quedamos un poco helados, porque el clima económico no es tan bonito como para pensar que nos van a aumentar el sueldo, o algo por el estilo. Al contrario: dejan de circular la revista hípica "Fusta", y además, la revista de deporte "Triunfo", dos clásicos de la empresa La Nación. ¿Por qué? Para ahorrar dinero, cosa muy deseada en la actualidad.

Desaparecen, sin más.

La reacción fue lógica: "Y....¿los equipos de periodistas?"
"No, se van a refundir, o sea, se los va a incorporar al diario, pero no se van a despedir. No hay despidos en la empresa, lo dijo el gerente."

Bueno, le creemos. Pero el tema es hasta dónde el gerente puede sostener lo que prometió, si actualmente la mayoría de las empresas (incluso las que suenan más pomposamente) optan por recortar puestos de trabajo, más que retirar productos del mercado, o incluso, más que abaratar costos de otro tipo.

El discurso del gerente, en ése entonces, no tenía un trasfondo tan poco auspicioso como hoy, o incluso, como ayer. Basta con que uno se ponga a leer el diario cada día, para sumar una nueva empresa mundial que anuncia despidos masivos. No es trivial, si en el foro que actualmente se está desarrollando en Davos, Suiza, hablan de una crisis peor que la de la década de los años '80, y que la Crisis Asiática.

Se ve gris, no puedo pensar otra cosa. Gracias a Dios no tengo a mi haber (o en tal caso, a mi "deber") ninguna deuda grande, pero la preocupación va por otros, como los que quisieron comprarse una casa, los que optaron por un auto del año en vez de quedarse con el viejo, y los que en verdad quisieron aparentar ser más. Ni hablar de esos que son las eternas piedras de tope de los sistemas financieros, como el señor que pidió plata para poder pagar el hospital, o la señora que simplemente no pudo llegar a fin de mes, sin haberse dado ningún lujo especial.

Si pierden su trabajo...el panorama se vuelve más que gris, señores. Como alguien dijo (creo que era el señor presidente de CONUPIA), esperamos que esta vez la clase media no sea la víctima de siempre, y que todos "amortigüemos" el golpe por igual, especialmente los empresarios más grandes del país.

martes, enero 13, 2009

Manifiesto pasajero/permanente

Voy a decir que no a varias cosas,
sobretodo esas que no aportan nada más
que a la contaminación del alma.

Voy a decir que no a esa falta de fe
que todos llevan puesta como si fuera
una prenda de vestir de última moda;
me voy a negar a cerrar los ojos
y seguir a la masa,
porque es lo que conviene más.

Reniego de créditos,
de tasas, de medidas, de límites,
de predeterminaciones, de moldes,
porque son instancias que inhiben
la propia naturaleza brillante
que guardamos dentro,
todos y cada uno de nosotros.

Voy a decir que no
a esa especie de superioridad barata,
que se llama "orgullo",
(palabra que es pesada como una corona).
Justamente,
no por ser orgullosa,
si no porque conozco mi propio origen,
y porque sé de qué estoy hecha.

Voy a decir que no a la queja cotidiana,
al lamento fácil,
a la aceptación del dolor,
al logro sin esfuerzo,
y al olvido de la misericordia,
porque no hay nada más hermoso
que el infinito reflejado
en eso que se conoce como "optimismo"
(fácilmente confundido con "ingenuidad"
en los pujantes sistemas capitalistas...)


Finalmente,
voy a decir que no a las más simples
ataduras que mostramos como seres humanos:
a los límites propios,
a creer que realmente los tenemos,
y a pensar que en este mundo
no existe la bondad.