lunes, noviembre 30, 2009

Porrazos varios

Lo admito: en muchos sentidos, son una idealista de lo más terca. No me refiero a ese tipo de terquedad conversacional, donde "yo siempre tengo la razón", para nada. Hablo de ese tipo de personas que confía y cree que su entorno no ha cambiado tanto, y que las personas que uno aprecia tampoco, que en el fondo (muy en el fondo) siguen siendo las mismas criaturas que conocí hace unos 10 ó 15 años atrás, qué sé yo.

Sigo siendo una idealista, lo creo y lo observo con un poco de amargura. Tal vez, uno de éstos días deje de ser tan ingenua (porque a veces es ingenuidad, y no idealismo), con tantas sorpresas que se lleva una por la vida. Hace poco, de hecho, me topé con un cambio radical en una de las personas más cercanas que puedo mencionar en mis aventuras. Sin embargo, fue tan radical el cambio, que dio como resultado un salto a miles de kilómetros, y de "cercana" pasó a ser "lejana". Es como si de pronto hubieran cambiado a dicha persona por otra, a la que desconocí. Y eso, sin dejar pasar mucho tiempo entre una reunión y otra.

No quiere decir que yo no cambie. Eso es absurdo. He pasado de ser una persona sedentaria a correr por lo menos dos veces a la semana, y siempre hacer algo de deporte entre medio; de ser carnívora a ser vegetariana; de ser ingenua y pasiva a formarme una opinión formada e informada de lo que ocurre actualmente, y de lo que es la memoria colectiva; a ser responsable de lo que digo en muchos aspectos, y además, a definirme en ciertos sectores, defendiendo lo que creo sin temor a parecer una fanática, y sin cambiar por darle en el gusto a otros. Me he vuelto más compleja, y del mismo modo, humilde y consciente. O al menos eso espero.

Pero es lamentable cuando uno ve cambios más bien negativos en estas personas claves en la vida de cada cual. Hay personas que pueden te pueden influir fuertemente, y cuando esa persona definitivamente ya no es la misma, algo hace click dentro. Algo te dice "Wow, ya no es la misma persona que conociste...¿en qué has cambiado tú? ¿qué vas a hacer?". Yo podría culpar al sistema (laboral, económico, el que sea) de estos cambios, a cosas relacionadas con el trabajo, con el curso natural de los eventos de una vida humana. Y también podría darme cuenta de una vez por todas que si este sujeto cambió tan radicalmente, fue porque así lo quería. Es lógico. Es obvio. Era su objetivo.

Así es: me topé con otra persona, que hasta me intimidó. Fue una actitud particular, aislada, que me dio a entender que simplemente hay una distancia enorme entre ambos, que mi idealismo con esta persona en particular ya no va más, y que las cosas van a ser distintas de ahora en adelante. Lamentablemente.

Como dije, de pronto, el idealismo me va a abandonar, y no habrá más que una suerte de lucidez de sabor ingrato en la boca. Y es probable que yo misma le cause esa misma sensación a alguien más, lamentablemente. Sólo espero poder darme cuenta a tiempo.