viernes, diciembre 25, 2009

Someone stole my Christmas

Tal vez en una curva del camino,
de la vida,
someone stole my Christmas.

Probablemente la dejé tirada en un rinconcito
y el polvo la cubrió de recuerdos grises.
Es altamente posible
que mi Navidad se haya escondido entre mis sueños,
y entre mis más preciadas ilusiones,
no de bonitos empaques o colores,
ni de regalos costosos
(que realmente no importan)
si no de felicidad, de contento y goce,
segundos muy simples, que incluyen luces,
bolas de colores brillantes,
aves hechas de cristal hace 50 años atrás
pendiendo de la rama de una tradición pagana.
(Esas aves eran objetos preciosos,
colgados con ceremonia)

Someone stole my Christmas,
and now I can't enjoy it anymore.
Faltan muchas personas,
se ausentan las caricias,
una voz me repite cosas tristes,
mientras mi gente duerme bajo una losa
(Ellos hacían mi bella Navidad
en todo sentido, en serio.)

Y lamentablemente,
siento que toda dulzura cae,
presa de una fuerza superior a la gravedad,
dentro de un saco roto,
de bonito rojo aterciopelado.

Someone stole my Christmas.
Y no parece darse cuenta siquiera.


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Lo siento, chicas y chicos. Me he sentido triste durante estos días, la Navidad no significa lo mismo para mí, al menos no como antes. Y no puedo ver el todo con claridad. Un gran abrazo.

martes, diciembre 15, 2009

Un sueño agradable

Estaba en una ciudad pequeña, porteña. Era todo tan azul, que recordaba a ciertas ciudades del sur de Chile, o tal vez más como del Mediterráneo, donde todo está lleno de contrastes cromáticos, bañadas las rocas por un sol fuerte y directo. Había embarcaciones atadas a un muelle sencillo, de madera oscura. Las casas eran pocas, y todas pintadas de blanco o celeste. El verde sólo pertenecía a las plantas y árboles, abundantes y hermosas.

Eso sí, lo mejor del sueño, era su mar intenso, transparente y tibio. Tropical, puede ser. Y era tan sencillo nadar ahí, sin prisa, como saboreando cada momento. Uno podía ver los maderos bajo el agua, las burbujas luminosas, el sol filtrándose desde arriba. Hace mucho que no estoy en contacto con el agua de mar, ni menos con la inmensidad de su azul.

Sin embargo, el sueño tenía un acento de prisa, de deber, como cuando uno va con poco tiempo a un lugar hermoso. Así y todo era precioso. Estaba ahí mi madre, al parecer. Yo sólo recuerdo cómo se veía mi piel bajo el agua, mientras buceaba. Era una niña de nuevo.