viernes, enero 30, 2009

Acerca del (grisáceo) paisaje de la economía

No suelo referirme a este tipo de temas, pero ayer pasaron dos cosas en el ámbito económico, una de nivel nacional y otra de nivel más familiar, que me hicieron sentir eso que llaman "un leve escalofrío, como la muerte - laboral, digamos - pasando cerca".

Primero: Cencosud, el monstruo económico que posee jugosas y poderosas empresas como Paris, Easy y Jumbo (por sólo mencionar algunas...) decidió frenar la construcción del poco discreto y apoteósico proyecto Costanera Center, ubicado por ahí mismo. En su minuto, los directores del proyecto, los arquitectos y todo aquel que se preciara de importante en la obra declaró, con el pecho inflado de orgullo, que iba a ser la torre más alta de Sudamérica, que iba a ser una fuente de trabajo para miles de personas, y que sin duda, iba a ser un "centro de importancia neurálgica para los negocios en Santiago y en Chile".

Hasta ahí llegamos, papá Cencosud finalmente tiró para la cola, como dicen por ahí, porque el panorama económico está para sentir pánico (bueno, quienes tienden a tener pánico, lo sufren. Hay otros, como el ministro de Hacienda, el señor Velasco, que entre corrida y corrida matutina, propone el modelo económico shileno como un modelo a seguir para países europeos. Vaya, ¿no?). El señor-que-habla-por-Cencosud dijo que había que priorizar en las inversiones que podían proveer retorno inmediato (fuente: Emol), y Costanera Center era todo, menos eso. Bueno, pa' fuera el edificio. Ahí se deja, como una gran señal de atención.

Segundo: ayer nos citó nuestra jefa jefaza, la product manager de La Nación, para que escucháramos algo que debía decirnos. Quedamos un poco helados, porque el clima económico no es tan bonito como para pensar que nos van a aumentar el sueldo, o algo por el estilo. Al contrario: dejan de circular la revista hípica "Fusta", y además, la revista de deporte "Triunfo", dos clásicos de la empresa La Nación. ¿Por qué? Para ahorrar dinero, cosa muy deseada en la actualidad.

Desaparecen, sin más.

La reacción fue lógica: "Y....¿los equipos de periodistas?"
"No, se van a refundir, o sea, se los va a incorporar al diario, pero no se van a despedir. No hay despidos en la empresa, lo dijo el gerente."

Bueno, le creemos. Pero el tema es hasta dónde el gerente puede sostener lo que prometió, si actualmente la mayoría de las empresas (incluso las que suenan más pomposamente) optan por recortar puestos de trabajo, más que retirar productos del mercado, o incluso, más que abaratar costos de otro tipo.

El discurso del gerente, en ése entonces, no tenía un trasfondo tan poco auspicioso como hoy, o incluso, como ayer. Basta con que uno se ponga a leer el diario cada día, para sumar una nueva empresa mundial que anuncia despidos masivos. No es trivial, si en el foro que actualmente se está desarrollando en Davos, Suiza, hablan de una crisis peor que la de la década de los años '80, y que la Crisis Asiática.

Se ve gris, no puedo pensar otra cosa. Gracias a Dios no tengo a mi haber (o en tal caso, a mi "deber") ninguna deuda grande, pero la preocupación va por otros, como los que quisieron comprarse una casa, los que optaron por un auto del año en vez de quedarse con el viejo, y los que en verdad quisieron aparentar ser más. Ni hablar de esos que son las eternas piedras de tope de los sistemas financieros, como el señor que pidió plata para poder pagar el hospital, o la señora que simplemente no pudo llegar a fin de mes, sin haberse dado ningún lujo especial.

Si pierden su trabajo...el panorama se vuelve más que gris, señores. Como alguien dijo (creo que era el señor presidente de CONUPIA), esperamos que esta vez la clase media no sea la víctima de siempre, y que todos "amortigüemos" el golpe por igual, especialmente los empresarios más grandes del país.

martes, enero 13, 2009

Manifiesto pasajero/permanente

Voy a decir que no a varias cosas,
sobretodo esas que no aportan nada más
que a la contaminación del alma.

Voy a decir que no a esa falta de fe
que todos llevan puesta como si fuera
una prenda de vestir de última moda;
me voy a negar a cerrar los ojos
y seguir a la masa,
porque es lo que conviene más.

Reniego de créditos,
de tasas, de medidas, de límites,
de predeterminaciones, de moldes,
porque son instancias que inhiben
la propia naturaleza brillante
que guardamos dentro,
todos y cada uno de nosotros.

Voy a decir que no
a esa especie de superioridad barata,
que se llama "orgullo",
(palabra que es pesada como una corona).
Justamente,
no por ser orgullosa,
si no porque conozco mi propio origen,
y porque sé de qué estoy hecha.

Voy a decir que no a la queja cotidiana,
al lamento fácil,
a la aceptación del dolor,
al logro sin esfuerzo,
y al olvido de la misericordia,
porque no hay nada más hermoso
que el infinito reflejado
en eso que se conoce como "optimismo"
(fácilmente confundido con "ingenuidad"
en los pujantes sistemas capitalistas...)


Finalmente,
voy a decir que no a las más simples
ataduras que mostramos como seres humanos:
a los límites propios,
a creer que realmente los tenemos,
y a pensar que en este mundo
no existe la bondad.