Me quise abandonar un día gris
por querer ser de nuevo lo que ya no soy.
Traté de flotar sin culpa,
sin remordimientos ni lazos de bonita seda,
y no pude.
¡No pude!
Quise dejar de hablar por dentro
un día de color pastel.
Quise dejar de sentirme, en cada pliego de piel,
en cada fuerza aplicada sobre algún cuerpo
inconsistente.
Pero no pude, nuevamente,
fue como luchar contra la inmensidad del cielo,
con su mirada impasible,
y ajena.
Quise correr, ser libre,
ser pura energía, sentirme intensa,
como un estallido de fuego arrasando con todo.
Y tampoco pude,
sólo caí dormida,
al borde de una cama olorosa,
en un espacio inmensurable.
Porque estaba cansada,
por eso no pude,
nada más.
Ni abandonarme,
ni flotar,
ni ser irresponsable,
como un canal alfa,
ni significar nada,
o ser sorda por dentro.
Todo estaba presente,
bullía, gritaba, murmuraba,
como siempre
y no pude ni evitarlo.
Para variar.
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