Me quise abandonar un día gris
por querer ser de nuevo lo que ya no soy.
Traté de flotar sin culpa,
sin remordimientos ni lazos de bonita seda,
y no pude.
¡No pude!
Quise dejar de hablar por dentro
un día de color pastel.
Quise dejar de sentirme, en cada pliego de piel,
en cada fuerza aplicada sobre algún cuerpo
inconsistente.
Pero no pude, nuevamente,
fue como luchar contra la inmensidad del cielo,
con su mirada impasible,
y ajena.
Quise correr, ser libre,
ser pura energía, sentirme intensa,
como un estallido de fuego arrasando con todo.
Y tampoco pude,
sólo caí dormida,
al borde de una cama olorosa,
en un espacio inmensurable.
Porque estaba cansada,
por eso no pude,
nada más.
Ni abandonarme,
ni flotar,
ni ser irresponsable,
como un canal alfa,
ni significar nada,
o ser sorda por dentro.
Todo estaba presente,
bullía, gritaba, murmuraba,
como siempre
y no pude ni evitarlo.
Para variar.
Un blog con ilustraciones, gráfica en general, letras, peladas de cable, poesía, mucho de fantasía y una buena dosis de sarcasmo. Siéntase bienvenido.
sábado, septiembre 29, 2007
viernes, septiembre 21, 2007
Sistemas, vidas y otras malas costumbres
Una vez una amiga mía dijo "la ausencia se genera porque el sistema acapara las vidas como productos", y cada vez llego a pensar más como ella.
Nunca he sido amiga de pensar en "el sistema", como el eterno mal y enemigo impuesto por la masa que conformamos todos. Jamás me he guiado por ideales de tipo "yo voy contra el sistema porque es genial", o "voy contra la corriente porque a mí nadie me entiende", porque no me sirven esas proclamas: siempre he tenido una especie de suerte gigante, una estrella secreta que permite que o bien no me dañe demasiado, o no considere lo que el resto vocifera como un abuso, manteniéndome casi indemne, tranquila, y hasta afortunada, dentro de mis exigencias.
Sin embargo, ahora solidarizo un poco con la idea de que el famoso y nebuloso sistema sí nos toma como productos. La ausencia, como falta de algo, como la multiplicación por cero de lo más primordial, sucede, y aunque uno pelee porque no ocurra, socava amistades, genera mentiras piadosas y ridículas y causa cansancio crónico, que es ése que no te deja soñar ni despierto.
Es mucho, si en mis escasos sueños se cuela mi jefe, hablando de originales para imprenta, si un antiguo cliente me pide que le replantee un logo y al despertar, veo que las horas de sueño corrieron como velocistas, sin poder ni besar a mi novia o sin poder acariciar a mi madre.
¿Y qué demonios es el sistema, entonces?
Pues es lo que somos todos, en distintas proporciones, en conjunto, son nuestras leyes, nuestras formas de ser, borrosas y mezcladas, junto a los residuos de los errores previos, y los éxitos también. Uno puede quejarse del sistema, pero además puede interpretarlo a su modo, puede torcerlo, puede esquivarse como un montón de caca en el camino, o aprovecharse de la promoción del minuto. La idea no es tomarlo tal y como venga, como la mayoría de las cosas de este mundo, hay que saber tomarlo.
Por ahora, mi meta es tratar de hacer todo lo que quiero, de la mejor forma posible. Claro, entre esas cosas hay elementos no deseables, pero supongo que mi buena estrella (o mi padre, cuidándome desde un plano invisible) no dejará que me afecten mucho. Después de todo, una parte del sistema la conformo yo, algo tendrá que cambiar.
Nunca he sido amiga de pensar en "el sistema", como el eterno mal y enemigo impuesto por la masa que conformamos todos. Jamás me he guiado por ideales de tipo "yo voy contra el sistema porque es genial", o "voy contra la corriente porque a mí nadie me entiende", porque no me sirven esas proclamas: siempre he tenido una especie de suerte gigante, una estrella secreta que permite que o bien no me dañe demasiado, o no considere lo que el resto vocifera como un abuso, manteniéndome casi indemne, tranquila, y hasta afortunada, dentro de mis exigencias.
Sin embargo, ahora solidarizo un poco con la idea de que el famoso y nebuloso sistema sí nos toma como productos. La ausencia, como falta de algo, como la multiplicación por cero de lo más primordial, sucede, y aunque uno pelee porque no ocurra, socava amistades, genera mentiras piadosas y ridículas y causa cansancio crónico, que es ése que no te deja soñar ni despierto.
Es mucho, si en mis escasos sueños se cuela mi jefe, hablando de originales para imprenta, si un antiguo cliente me pide que le replantee un logo y al despertar, veo que las horas de sueño corrieron como velocistas, sin poder ni besar a mi novia o sin poder acariciar a mi madre.
¿Y qué demonios es el sistema, entonces?
Pues es lo que somos todos, en distintas proporciones, en conjunto, son nuestras leyes, nuestras formas de ser, borrosas y mezcladas, junto a los residuos de los errores previos, y los éxitos también. Uno puede quejarse del sistema, pero además puede interpretarlo a su modo, puede torcerlo, puede esquivarse como un montón de caca en el camino, o aprovecharse de la promoción del minuto. La idea no es tomarlo tal y como venga, como la mayoría de las cosas de este mundo, hay que saber tomarlo.
Por ahora, mi meta es tratar de hacer todo lo que quiero, de la mejor forma posible. Claro, entre esas cosas hay elementos no deseables, pero supongo que mi buena estrella (o mi padre, cuidándome desde un plano invisible) no dejará que me afecten mucho. Después de todo, una parte del sistema la conformo yo, algo tendrá que cambiar.
miércoles, septiembre 19, 2007
Dieciocho en resumen (no space key)
ViajarhuirtaxibolsointernetdesayunoautomamáMako
carreteracasahumedaddesordenmamá
olorgatoalmuerzoprietaarrozjugosiesta
TVmásTViralcinenohayfunción
vueltagiganteporcarreteracasanerviosdormir
fríomásfríopanlechetéazúcar
duchasordenlimpiarbañodeMako
asadoalmuerzopelículaYeinFondamamácantando
cuecascuicoschoripánborgoñalostresperroscarretera
sueñodormiralmuerzo
asadosiestapelículaHallmarkbolso
ropalimpiaautoascensor
casasolacamasábanasdormir.
Eso fue mi dieciocho largo, si me permiten. Nebuloso y hogareño.
Un gran saludo.
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Eso fue mi dieciocho largo, si me permiten. Nebuloso y hogareño.
Un gran saludo.
lunes, septiembre 03, 2007
Volver a kendo
En la descripción de mi blog menciono "algo de kendo", y ahora quisiera hacerle honor a esa instancia.
La verdad es que desde que falleció mi abuela que no había ido a kendo...eso fue a principios de junio del año 2006, y resolví volver ahora a fines de agosto, con el orgullo atascado en la garganta, sin bogu y con el respaldo económico que me da mi trabajo.
Todo ha ido bien, realmente, pero hay algo que lejos me motiva mucho más a continuar, a ser porfiada con la disciplina y tratar, tratar siempre: cuando volví, muchos sonrieron contentos, otros me abrazaron felices de verme de vuelta, y realmente sentí que volvía a una suerte de "casa". El dojo nunca ha sido de lo más cool, de lo más fino, de lo más bonito, pero es mi dojo, y eso me pone sumamente feliz. Su olor es único, y si bien no es nada agradable, es el olor de mi dojo, y donde doy rienda suelta a varios de mis sueños.
Ahora he dado otro paso nuevo, con el cual supongo que avanzaré más y mejor, a no ser que el cansancio me robe demasiadas energías: me he comprado un bogu, usado, pero con mucho carrete por delante. Viene con el típico olor a sudor, a peleas, a oscuridad y encierro, pero ya fue sanitizado con alcohol y odorificado (huele a fresitas, pero voy a tratar de ponerle un olor menos...rosado). Es de 1 mm, por lo que tratar de romperlo es casi imposible, y los golpes no se sienten nada. El men o casco está perfecto, el tare sólo necesita una manito de anilina color índigo, y el do precisa un par de pulimientos, y ya estaría todo perfecto.
Finalmente, es MI armadura, y con eso tengo la posibilidad de recuperar un poco mi suerte de "honor", y la habilidad alcanzada en algún momento de mi pasado entrenamiento.
Mis amigos del dojo de seguro van a celebrar esto: podré combatir con ellos con todas las de la ley, y de paso, compartir y conocer más en el próximo campeonato sudamericano que se va a celebrar en Santiago. Tengo unas ganas de ir.....ah! les dejo el link: http://www.sudkendochile.cl.nu/
La verdad es que desde que falleció mi abuela que no había ido a kendo...eso fue a principios de junio del año 2006, y resolví volver ahora a fines de agosto, con el orgullo atascado en la garganta, sin bogu y con el respaldo económico que me da mi trabajo.
Todo ha ido bien, realmente, pero hay algo que lejos me motiva mucho más a continuar, a ser porfiada con la disciplina y tratar, tratar siempre: cuando volví, muchos sonrieron contentos, otros me abrazaron felices de verme de vuelta, y realmente sentí que volvía a una suerte de "casa". El dojo nunca ha sido de lo más cool, de lo más fino, de lo más bonito, pero es mi dojo, y eso me pone sumamente feliz. Su olor es único, y si bien no es nada agradable, es el olor de mi dojo, y donde doy rienda suelta a varios de mis sueños.
Ahora he dado otro paso nuevo, con el cual supongo que avanzaré más y mejor, a no ser que el cansancio me robe demasiadas energías: me he comprado un bogu, usado, pero con mucho carrete por delante. Viene con el típico olor a sudor, a peleas, a oscuridad y encierro, pero ya fue sanitizado con alcohol y odorificado (huele a fresitas, pero voy a tratar de ponerle un olor menos...rosado). Es de 1 mm, por lo que tratar de romperlo es casi imposible, y los golpes no se sienten nada. El men o casco está perfecto, el tare sólo necesita una manito de anilina color índigo, y el do precisa un par de pulimientos, y ya estaría todo perfecto.
Finalmente, es MI armadura, y con eso tengo la posibilidad de recuperar un poco mi suerte de "honor", y la habilidad alcanzada en algún momento de mi pasado entrenamiento.
Mis amigos del dojo de seguro van a celebrar esto: podré combatir con ellos con todas las de la ley, y de paso, compartir y conocer más en el próximo campeonato sudamericano que se va a celebrar en Santiago. Tengo unas ganas de ir.....ah! les dejo el link: http://www.sudkendochile.cl.nu/
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