Se dice por ahí que la Educación en Chile es un derecho, no un privilegio. Sin embargo, y a pesar de las buenas (y muy difundidas) intenciones ministeriales y legislativas, la cosa es bien distinta, y los últimos resultados de la PSU son un índice certero de ello: los mejores puntajes de este año 2007 tuvieron su origen en alumnos de colegios particulares, más precisamente, en colegios ABC1, como el Cumbres o el Saint George, sobrepasando en proporción de 1 es a 4 a los colegios municipales y subvencionados.
Las cosas son así: la calidad de la Educación (o la capacidad que cada cual posee de poder lograr algo) varía según los sectores, ya sea si naces en cuna de oro o si simplemente tienes una mediagua como hogar. Al parecer, las buenas intenciones de ciertos magisterios no han sido suficientes para erradicar la brecha socioeconómica en cuanto a la educación.
Dentro de mi pequeño círculo de acción, he visto pasar miles de palabras, especialmente, editoriales, artículos y notas en algunas publicaciones. Una de ellas, del Ministerio de Educación, hacía referencia a estas diferencias entre puntajes, en un texto primario, de un modo autocrítico y consciente, tratando con un buen grado de realismo el asunto de las distintas capacidades entre colegios, lo que es raro en una institución de gobierno. Quien estaba a cargo de la nota tuvo que irse luego con el impreso, y volvió con un texto nuevo, totalmente distinto. ¿La diferencia? El enfoque de la editorial se volvió autocomplaciente, bajándole el perfil a la problemática de fondo, que es lo parcial que resulta la educación en Chile, donde quien tiene más poder adquisitivo puede llegar más lejos. El texto, en vez de terminar en una reflexión seria, evaluando la labor del Ministerio, citó un caso de un chico de La Pintana, que sacó un puntaje soberbio a pesar de todo.
Como siempre, las dulces mentiras sobresalen, y no se saca nada con generar autocrítica si la censura proviene de los mismos ministerios, los que deben velar por la igualdad. La editorial de dicha publicación minsterial quedó muy bien diseñada, pero sin duda, continúa con la tradición eufemista, de sobada de lomo que tanto nos caracteriza.
Lamentable, pero cierto.
¡Feliz Año Nuevo, por cierto! Las cosas debieran ir cambiando...