martes, noviembre 27, 2007

Trozos, no más.

Una sonrisa perdida
en una foto amarilla.
Uno pedazos de recuerdos
con el afán propio
de un desmemoriado.

Un automóvil antiguo
en una tierra anónima
conducido por un rostro perdido
bajo un techo oscuro
Es obvio que nunca lo vi en persona,
mi padre era un ser dual.

Un gesto de hace veinte años
plasmado en granos de plata
transformado en estrellas
que brillan catódicamente.
(Me preguntan si ésa es mi madre)

Una mano que acaricia
una estatua lejana
con glorias selváticas
(en ese momento yo
aún no existía)

Pastos, pinos,
alerces, motores, ruedas, óxidos
y una mirada fugaz al lente.
Todo se ha convertido en trozos,
de pixeles,
de pigmentos,
de luz en papel,
de memorias hechas por otros.

Un haz de luz
frente al hotel,
hace casi treinta años,
en un pasado de almíbar.

Y yo sigo tratando
de recolectar los trozos
de mi familia.

lunes, noviembre 19, 2007

Trabajando en segundo plano *espere, por favor*

De alguna forma, la sensación de no-consciencia me inunda, nuevamente. No es que haya salido de una especie de velo malévolo y haya recolectado nuevas consciencias, si no que fue casi como un exceso de consciencia que terminó por agotarme. Eso fue la semana pasada.

El trabajo no es mi vida, eso está tan claro, pero ¿cómo hago para dejar fuera de mi casa cada aspecto de mi trabajo, que se queden frente a la puerta del 1413, tratando de entrar?

Ya me lo dice el sempai Poblete: "usted pelea con todos sus pensamientos en el shinai. Relájese, aparte el trabajo, la pareja, la casa, haga que su cuerpo obedezca sus órdenes, o voy a comenzar a pensar que usted es así siempre, en todos los aspectos de vida".
Mi expresión debe ser evidentemente orgullosa y muy picada. El sempai me sonríe y me dice "Y no me ponga más caritas, ¿ah? así, cero expresión..."

¿Que si me lo tomo a la personal? Sí. Es mi gran falla, creer que muchas cosas son desde y para mí, que de alguna forma soy responsable de todo. Qué ridículo, ¿no? Desde el más básico "men" que hago, hasta cada movimiento en kendo, hasta cada click en el trabajo, o decisión de la casa, todo es importante. He allí el error....creo.

Sigo en el estado de semi-consciencia, tratando de ordenar archivos mentales, de cumplir las tareas programadas, de recordar esporádicamente qué tengo que hacer y cuándo. El verano se apodera de los días, pero veo que mi descanso está lejos, en forma de vacaciones.


Qué consciencia la mía...me va a terminar matando.